Jorge Gonzáles Rodríguez and Juan Carlos Armengol Manzo

31 de enero de 2011

En Elia la Caridad une a los cubanos

En Elia la Caridad une a los cubanos


Antiguo central Elia, hoy Colombia, provincia  Las Tunas, Arquidiócesis de Camagüey. Enero 31 (7:00 pm)
Por Mahée Vian Pérez Herrera y Alberto Angel Aquino Rojas

Reciben colombianos a la Virgen Mambisa.

A las 7 de la noche de este 31 de enero, la imagen de la Virgen Peregrina arribó a la comunidad de Elia. En su recorrido desde Pueblo Nuevo, se detuvo ante un grupo de fieles que aguardaban al borde del camino (Comunidad de Anacaona), poblado a 6 km de la cabecera municipal donde la esperaban unas  40 personas para admirar a la madre de todos los cubanos.

A su paso por la porción más oriental de la arquidiócesis de Camagüey, la Santa Imagen fue esperada frente al hospital municipal “Cándido González”. Ante una gran congregación de devotos, Mons. Juan García, arzobispo de  Camagüey, ofreció a la Virgen una oración por los enfermos y por los médicos: “Dios Padre, gracias por haber creado a los doctores y enfermeros para amar y salvar vidas”.

El grupo musical “Los Ángeles” realizó un concierto en espera de la Patrona, esta vez frente al “Parque de Las Madres”, lugar escogido para recibirla. Allí, frente a un mar de fieles, entusiasmados por la visita, se corrió la voz por los presentes de la llegada, y la alegría musical se tornó en frenesí, la calle se animó aún más con el alboroto que causó la noticia de la llegada de la Imagen de la Virgen, después de muchos años,¡Regresaba a Elia!

Una multitud de más de 5000 personas se reunió en torno de La Mambisa, para venerar a María y pedirle que interceda por sus hijos, familiares y amigos. Así la gloriosa Virgen, Madre de Dios y Reina de Cuba, iba recibiendo los honores y fervores en una celebración sin precedentes.

Monseñor Juan García, en sus las palabras de bienvenida, expresó: “¿Qué es una madre? Todos lo sabemos, y lo sabemos mejor quienes hemos perdido su compañía aquí en la tierra. La madre es la persona donde podemos ir siempre y a todas horas, cuyo amor, por muchos hijos que tenga, no se divide, sino que se multiplica y se acrecienta hasta límites insospechados, sobre todo cuando los hijos se encuentran en situaciones angustiosas. La madre tiene la grandeza de reunir a sus hijos en torno a ella, ya sea en las fiestas y alegrías como en la enfermedad propia o la de los hijos y familiares… Así es la virgen María de la Caridad”.

Concluida la celebración de bienvenida, un mar de pueblo acompañó la imagen en procesión hasta la iglesia Nuestra Señora de la Caridad.

Un bohío, por transitorio descanso, le ofrecieron los feligreses del templo de la ciudad y allí la Madre de Dios recibe las promesas cumplidas, las flores y las velas, que se encienden en su nombre.
La caridad une a todos los cubanos en un solo abrazo.

Fotos de Guáimaro

Lo que la Virgen nos enseña

Guáimaro, Camagüey. Enero 30
Mahée Vian Pérez Herrera y Alberto Angel Aquino Rojas.
La llegada de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre a la parroquia de Guáimaro presupone alegría y emoción para toda la Arquidiócesis agramontina, a pesar de no ser el primer acontecimiento de similar índole que vive este pueblo. En 1951, fue recibida por los veteranos de las guerras de independencia y hoy es nuevamente acogida por la comunidad guaimareña.

Alrededor de 3500 personas desfilaron ante la imagen de la Patrona de Cuba, encontrada hace 400 años en la Bahía de Nipe. Muchos llegan ante ella con el alma desnuda para pedir por sus hijos y familiares y se marchan dejando sueños y esperanzas en quien supo decirle a Dios “hágase en mi tu voluntad”, porque María no está en nuestra patria como una simple espectadora. Ella sufre con su pueblo y se alegra con su pueblo.

El templo de la iglesia “La Inmaculada Concepción” fue escenario para el ofrecimiento de los niños a la Virgen, la bendición a las embarazadas, la oración por los enfermos y los presos y en la noche la vigilia de oración para los adolescentes y jóvenes de la parroquia.

Para el 31 de enero, la imagen de la Patrona de Cuba se trasladará hasta las comunidades de Pueblo Nuevo y Palo seco, luego peregrinará hasta el municipio de Colombia.


30 de enero de 2011

La Virgen Mambisa abre la puerta histórica de Guáimaro

Guáimaro, Camagüey. Domingo 30 de enero (10:00 am)
Por: Mahée Vian Pérez Herrera y Alberto Angel Aquino Roja

La Virgen Mambisa arribó a las diez de la mañana de hoy domingo, 30 de enero, a la parroquia de Guáimaro, escoltada por una caravana de motociclos y acogida por una multitud de personas a la entrada de la ciudad, para recibir la imagen de Nuestra Señora de la Caridad en un simbólico abrazo entre el templo guaimareño y el Santuario del Cobre.

Entregada por monseñor Héctor Luis Peña Gómez, Obispo Emérito de la Diócesis de Holguín y recibida por el padre Rolando Montes de Oca, la llegada de la imagen peregrina a esta comunidad significa un privilegio para sus fieles, ya que Guáimaro marca el inicio del recorrido de la Madre de todos los cubanos por la arquidiócesis de Camagüey.

En sus palabras de bienvenida monseñor Juan García, Arzobispo de Camagüey recordó que la Virgen de la Caridad visita por tercera vez la parroquia de Guáimaro mediante esta imagen llamada Mambisa, “…nos visitaste el 20 de agosto de 1951, y también del 18 al 21 de junio de 1988, por una delicadeza de Monseñor Héctor Peña, obispo emérito de Holguín, y hoy, que siendo obispo emérito, vuelve a traerte con nosotros...”

Cerca de 2000 personas se concentraron en el parque Constitución, símbolo de la ciudad, para participar en la eucaristía que celebró monseñor Juan García, y en la que el Nuncio Apostólico en Cuba, monseñor Angelo Becciu dijo que: “En cualquier rincón del mundo hay un signo de la presencia de la Virgen de la Caridad, una iglesia, una capilla, una estatua, una imagen y, sobre todo, hay un coro de fieles que a veces se vuelve multitud como nosotros en esta mañana que la recuerda, la honra, la invoca, la asume como modelo de su propia vida.”

En la celebración, estaban presentes además, monseñor Wilfredo Pino, Obispo de la diócesis de Guantánamo-Baracoa, monseñor Mario Mestril, Obispo de Ciego de Ávila, el párroco de la ciudad, padre Alberto Reyes Pías y otros sacerdotes.

La imagen de “La Mambisa”, venerada en la iglesia de Santo Tomás de Apóstol, recorrió la Isla hace 60 años para conmemorar el cincuentenario de la República de Cuba en una peregrinación sin precedentes que desató una cadena de acontecimientos testificantes de devoción y júbilo nacional. Gracias, católicos de Santo Tomás, por prestarnos a la Virgen Mambisa.

Homilía del nuncio apostólico en Cuba, Mons. Angelo Becciu en la misa de recibimiento de la Virgen Mambisa en Guáimaro


Peregrinación de la Virgen de la Caridad
Guaimaro, 30 de enero de 2011


Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Vengo yo también como peregrino para acoger con ustedes a la imagen de la Virgen de la Caridad en su diócesis.

Con gratitud hacia Dios asisto aquí, en Guaimaro, igual que la semana pasada en Las Tunas, al vivo testimonio de fe y de amor que los cubanos manifiestan hacia la Virgen Mambisa. Veo que son muchos y numerosos los hijos que ella es capaz de reunir a su alrededor. Agradezco vivamente a su Arzobispo, el querido Mons. Juan García, por esta oportunidad que me ha dado, y al que saludo cordialmente, junto a los otros queridos Obispos aquí presentes. Vengo como Representante del Santo Padre y al Santo Padre con gusto haré referencia de vuestro testimonio de fe, devoción y amor a Cristo y a su Madre.

¡Qué alegría y emoción invaden hoy nuestro ánimo al poder contemplar la imagen de la Virgen Peregrina!

Sí, contemplémosla.

Ella con su mirada quiere penetrar lo profundo de nuestro corazón. Ella es la Madre de todos los cubanos, la madre de cada uno de nosotros y a cada uno quiere dirigir una palabra que toque lo íntimo de nuestra alma.



Ella nos conoce, sabe de nuestras alegrías y nuestros llantos. Sabe cuántas lágrimas hemos derramado en nuestra vida. Sabe cuáles heridas están sangrando en nuestro corazón. Son heridas que laceran nuestra alma. Son heridas provocadas por el odio, las divisiones, el egoísmo. Son heridas ligadas a nuestra existencia: la muerte que ha golpeado la puerta de nuestra casa, la enfermedad que ha apagado la sonrisa de alguno de nuestros hijos, las preocupaciones de la subsistencia diaria. Son sobre todo las heridas causadas por el pecado y por alejarnos de Dios. Lejos de Dios hemos experimentado la aridez del corazón y la perturbación del alma.



Para todos, también para el que se siente alejado de Dios y de la Iglesia, María tiene hoy una palabra de consolación y de aliento.

Hoy nos quiere decir: escuchen las palabras de mi Hijo Jesús!

Son palabras proclamadas en el texto del Evangelio de Mateo. Jesús sube a lo alto de la montaña y como nuevo Moisés consigna la nueva ley, no esculpida sobre la tabla de piedra, sino grabada en el corazón de los discípulos.

Jesús nos habla de felicidad: dichosos, diciosos… Sabe que aspiramos a ésta porque es el deseo innato de cada hombre. Y quiere asegurarnos que la felicidad es posible y que se ofrece a todos; ninguno está excluido.

Nos revela también el contenido de la felicidad. Nos indica el camino para encontrarla. Es una vía que tal vez no concuerda con nuestros métodos ni con nuestro modo habitual de pensar. Así, Jesús proclama bienaventurados los pobres de espíritu, los afligidos, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los pacíficos, los perseguidos por causa de la justicia y los que reciben insultos y calumnias.

Frente a tal perspectiva –admitámoslo- permanecemos desconcertados y confusos. ¿Cómo proclamar bienaventurados los pobres cuando para nosotros es normal pensar que la felicidad está en la riqueza y nos afanamos todos los días por tener un poco más de dinero en los bolsillos y disfrutar de la vida? ¿Cómo proclamar felices los afligidos, los mansos, los misericordiosos, los calumniados cuando cada uno de nosotros tiende a rechazar el dolor, a reaccionar fuertemente contra el que nos ofende y a no mostrar algún signo de perdón hacia el que se equivòca? ¿Cómo calificar de felices aquellos que viven en la pureza del corazón cuando todo nos invita a aprovechar cada ocasión y a gozar sin escrúpulos todo placer que se nos propone? ¿Cómo pensar en una recompensa del más allá cuando tal vez estamos convencidos que todo termina en esta vida?

Es grande la tentación de decir, como los discípulos de su tiempo: “Señor éstas son palabras duras, quien puede escucharlas?”. Ante nuestro desconcierto, Jesús no cambiará el significado de su mensaje aunque el costo sea que nos alejemos de Él. Y nosotros que hemos experimentado que al separarnos de Él la oscuridad es total, le gritaremos como San Pedro: “Adonde iremos Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”.

En efecto, con sus palabras Jesús nos quiere ayudar a encontrar el verdadero rostro de Dios, el cual nunca nos impondrá obligaciones o estilos de vida superiores a nuestras fuerzas. En Dios y sólo en la comunión con Él encontramos la fuente de la verdadera alegría. Pero ¿quién podrá tener la experiencia de la relación con el Padre y por tanto la felicidad plena? Los pobres de espíritu, los mansos, los misericordiosos, los puros de corazón, etc., aquellos que viven como Jesús y con Jesús pobre, manso, puro de corazón, misericordioso…

Dichosos los afligidos, porque serán consolados” (Mt 5, 4). El dolor no falta en nuestras vidas y tampoco la desoladora experiencia del pecado. Bienaventurados nosotros si, en los momentos oscuros de nuestra vida, no viramos la espalda a Dios, sino que elevaremos nuestra mirada a Él y sólo de Él tendremos consolación: nuestro dolor será más leve y nuestro pecado será perdonado.

Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5,5). Bienaventurados nosotros si, con el ejemplo de Jesús, el hombre manso por excelencia, aquél que de la no-violencia hizo la norma de su vida, sabemos dominarnos y no respondemos mal por mal; bienaventurados nosotros si, como hombres mansos, ayudamos a los demás a vivir y a crecer con dignidad, seremos por tanto los verdaderos dominadores de la tierra porque la verdadera paz estará con nosotros.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt 5,6). Bienaventurados nosotros si, frente a situaciones difíciles, somos capaces de dar nuestra contribución como personas deseosas de construir la civilización del amor y si como cristianos somos los primeros en ofrecer solidaridad, sinceridad, ayuda y compartir lo que se tiene. El Señor nos hará descubrir la belleza y la alegría del dar sin esperar nada a cambio.

Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia” (Mt 5, 7). ¿Cuántas veces hemos pedido perdón al Señor por nuestros pecados? ¿Y por el contrario cuántas veces hemos sido capaces de perdonar a aquéllos que nos han ofendido? Bienaventurados nosotros siempre que hagamos prevalecer la palabra perdón sobre el sentimiento de venganza, de rencor, de odio. Bienaventurados nosotros si cada día, al salir el sol, nuestro corazón se siente purificado de los errores del pasado y está listo a tener misericordia con la debilidad y los defectos de los demás. ¡Con razón podremos ser llamados hijos de Aquél que hace salir el sol para buenos y malos!

Dichosos los puros de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5, 8). ¡Qué alegría y qué paz ha experimentado nuestro corazón cada vez que hemos logrado respetar la dignidad de nuestro cuerpo y del cuerpo ajeno! Siendo ya victoriosos elevaremos nuestro espíritu y contemplaremos el rostro de Dios! Nosotros cristianos estamos llamados a ser signo de contradicción en un mundo que ha perdido el sentido de la dignidad de la mujer, el valor del matrimonio, la sacralidad de la vida desde su nacimiento hasta su muerte.

Nos preguntaremos: ¿Alguien ha alcanzado alguna vez vivir en esta tierra semejantes bienaventuranzas, ha alcanzado asumir tal estilo de vida? La respuesta positiva nos la dan tantos cristianos, también presentes aquí en medio de nosotros, que en el silencio y con ejemplar coraje han sabido conformar su vida según los consejos de Jesús. Una respuesta más convincente aún nos la dan los numerosos santos celebrados por la Iglesia; pero sobre todo nos la da María que, más que otra creatura humana, ha vivido de manera perfecta las bienaventuranzas proclamadas por su Hijo Jesús.

Todas las generaciones me proclamarán bienaventurada”: Hoy estamos aquí para dar testimonio de la veracidad de tal profecía. Ella que en su época, escondida en su pueblecito, era la desconocida de la historia, hoy es la mujer más conocida y venerada de todos los tiempos y en todos los rincones de la tierra. Mientras los potentes de su tiempo, los reyes, emperadores, filósofos, señores de su ciudad, los ricos de su pueblo, que parecían tener razón de todo y sobre todos, han desaparecido y a ninguno se le recuerda, de la humilde sierva del Señor, en cualquier rincón del mundo hay un signo de su presencia: una iglesia, una capilla, una estatua, una imagen. Y sobre todo, hay un coro de fieles que a veces se vuelve multitud, come nosotros en esta mañana, que la recuerda, la honra, la invoca, la asume como modelo de su propia vida.

Es Ella la verdadera pobre de espíritu, porque para ella la auténtica riqueza ha estado sólo y siempre en Dios.

Es Ella la mujer mansa que heredará la tierra, es Ella la verdadera Madre de la misericordia: hubiera tenido buenas razones para rebelarse contra los que provocaron tanto sufrimiento a su Hijo. Mansedumbre y misericordia “con los que no sabían lo que hacían” fueron los sentimientos que albergó en su corazón, sabiendo que el sacrificio del Inocente, que se estaba consumando ante sus ojos, generaría una nueva ola de amor en la tierra.

Es Ella la verdadera bienaventurada porque ante los insultos recibidos, ante las calumnias dirigidas contra aquél que era la Verdad, ha respondido siempre con su silenciosa dignidad de madre y de creyente, convencida que antes o después la verdad primaría sobre la falsedad y la prepotencia.

Es Ella la mujer justa que siempre ha buscado la voluntad de Dios y con ella ha conformado su vida.

Es Ella la Virgen purísima el “icono de Dios” que nunca pudo ser tocada por el pecado.

Sí, Ella es la mujer que ha sabido hacer suyas todas las palabras de su Hijo Jesús. Es María de Nazaret, es Nuestra Señora, es la Virgen de la Caridad. A Ella queremos abrir nuestro corazón de hijos devotos y confiados en su amor de Madre.

Virgen de la Caridad,

Te suplicamos para que el paso de tu imagen entre nosotros no sea en vano, sino un momento de renovación profunda de nuestra fe.

Fortalece en nosotros la certeza que seremos tus verdaderos hijos sólo cuando la caridad sea el emblema de nuestro propósito cotidiano.

Ayúdanos a entender que las palabras de tu Hijo Jesús son palabras de Vida y tienen sabor de eternidad.

Danos el coraje de creer en Él como Tú tuviste la fuerza de hacerlo.

Aumenta en nosotros la esperanza de un mundo nuevo alumbrado por la luz de la Resurrección.

Te confiamos al Papa y a toda la Iglesia Universal, sobre todo a nuestros hermanos cristianos que en diversas partes del mundo sufren persecución y discriminación por su fe.

Te recomendamos con todo el corazón a la Iglesia de Cuba con sus Obispos, sus sacerdotes, sus consagrados, diáconos, seminaristas y todos los fieles.

Ponemos bajo tu bendita mirada toda la nación cubana, la diócesis de Camagüey, su Arzobispo, esta noble tierra de Guaimaro, las familias, los jóvenes, los niños, los enfermos y todas las personas en dificultad.


Danos a todos nosotros la alegría de sentirnos siempre tus hijos y el coraje de testimoniar nuestra fe esparciendo por doquier semillas de bien y de amor por la edificación del reino de tu Hijo y nuestro Señor Jesús. Amén

Palabras de Monseñor Juan García Rodríguez,

Bienvenida, Virgencita de la Caridad, a esta ciudad de Guáimaro, que toma nombre de un árbol silvestre cuyo cocimiento de hojas aumenta la secreción de la leche materna, sus frutos engordan el ganado y el hombre come sus semillas tostadas. Virgencita, te recibe Guáimaro, símbolo de vida y salud.

Bienvenida, Virgencita, a Guáimaro, pueblo fundado el 10 de febrero de 1791 con la celebración de una misa por el P. Gregorio de Jesús y Caballero.

Bienvenida, Virgencita, a la tierra donde Joaquín de Agüero y el P. Juan de Dios López crearon la primera escuela de este pueblo, y en ella fueron alfabetizados los esclavos liberados por el mismo Joaquín de Agüero, quien antes de ser fusilado recibiera los sacramentos de la Confesión y Comunión administrado por San Antonio María Claret.

Bienvenida, Virgencita, a este lugar donde San Antonio María Claret evangelizó, anunció el evangelio, enseñó el catecismo, salvó matrimonios, repartió medallas, rosarios, libros y estampas en 1852 y 1855.

Bienvenida, Virgencita, a esta tierra donde Carlos Manuel de Céspedes mandó a echar a volar las campanas de la Iglesia cuando llegaba Ignacio Agramonte y Loynaz, indicándonos que la caridad une a personas distintas y donde Ana Betancourt inició de forma pública la lucha de la mujer cubana por sus derechos.

Bienvenida, Virgencita, al pueblo de la Primera Asamblea Constituyente de la República en armas que en su artículo 24 estableció el 10 de abril de 1869: Todos los habitantes de la República son enteramente libres; y mientras se escribía la Constitución el P. Alonso Fruto celebraba una misa por la república que nacía.

Virgencita, aquí están tus hijos de Guáimaro, quienes han conservado su fe en ti, gracias a la enseñanza de las monjas salesianas en la escuela María Auxiliadora, gracias a muchos catequistas que dieron y dan a conocer el catecismo a innumerables niños, gracias a muchos sacerdotes que han estado aquí; entre ellos el Obispo de Ciego de Ávila que hoy nos acompaña, y el P. Jesús del Pino, fiel a su sacerdocio y que esperamos rece por nosotros hoy desde el cielo, gracias a muchos fieles católicos que no dejaron de venir a misa el domingo y a muchos devotos tuyos, Virgencita, que proclamaron su fe con un sano orgullo y una santa alegría.

Hoy, Madre del cielo, te reciben los esposos quienes vendrán delante de ti para prometerte que serán fieles en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y las penas, y que nada ni nadie romperá el amor mutuo.

Hoy te reciben los más pequeños de la casa, quienes desean conocer a Jesucristo; los adolescentes y jóvenes, quienes anhelan encontrar el Camino, la Verdad y la Vida que es tu Hijo; las embarazadas a quienes les dirás: Bendito el fruto de tu vientre; los afligidos que buscan consuelo; los enfermos que te ruegan salud; los familiares de los presos que te piden logres para tus hijos encarcelados clemencia y liberación.

Hoy te recibe el Papa Benedicto XVI, que no ha podido venir, pero ha enviado a su mensajero en la persona de Monseñor Angelo Becciu, quien lo representa ante el Estado, la Iglesia y el pueblo.

Virgen de la Caridad, es la tercera vez que visitas Guáimaro mediante esta imagen llamada Virgen Mambisa, porque tus hijos que luchaban por la independencia de Cuba rezaban ante ti y porque estuviste en la manigua. Nos visitaste el 20 de agosto de 1951, y también del 18 al 21 de junio de 1988, por una delicadeza de Monseñor Héctor Peña, obispo emérito de Holguín, y hoy, que siendo obispo emérito, vuelve a traerte con nosotros.

Hoy te reciben con nosotros el Obispo de Ciego de Ávila, Monseñor Mario Eusebio Mestril Vega; el Obispo de Guantánamo, Monseñor Wilfredo Pino Estévez; a quienes pedimos auxilio misionero en este tiempo de tu visita por la provincia y arquidiócesis de Camagüey.

Madrecita, esperamos mucho de ti. Acuérdate que eres nuestra madre. Virgen de la Caridad, enséñanos a vivir como Tú la caridad. Y ahora rezamos todos la oración que está por detrás de la estampita que generosamente nos ha regalado Monseñor Mestril:

Santa María de la Caridad que viniste como mensajera de paz, flotando sobre el mar. Tú eres la Madre de todos los cubanos. A ti acudimos, Santa Madre de Dios, para rogarte por nuestras familias, por nuestra patria y por nuestra Iglesia. Alcánzanos de Tu Hijo la concordia y la unidad.

Que los enfermos, los presos y todos los que viven angustiados, encuentren en Él consuelo y fortaleza. Bendita Tú entre todas las mujeres y Bendito Jesús, el fruto de tu vientre. A Él la gloria y el poder y por los siglos de los siglos. Amén
Cantamos el Himno Nacional tan familiar a Guáimaro, el himno cuyas notas se escucharon por primera vez en las calles de Bayamo durante la procesión religiosa del Corpus Christi o Cuerpo de Cristo y que fue cantado solemnemente por un coro de doce mujeres dentro de la Iglesia de Bayamo.

El acto fundacional de Guáimaro fue una misa celebrada el 10 de febrero de 1791. En la Primera Asamblea Constituyente se celebró una misa.

Hoy celebramos la misma misa, la misma alabanza a Dios, la misma oración por el pueblo que nuestros antepasados.

29 de enero de 2011

“María de la Caridad une a los cubanos”

Por: Osvaldo Gallardo González

Guáimaro, Camagüey: Enero 29 (9.35 p.m.)

En vísperas de la llegada a la puerta camagüeyana de Guáimaro, en esta segunda peregrinación nacional de una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, conversamos con su excelencia, Mons. Angelo Becciu, nuncio apostólico para Cuba quien acude a este suceso.

-Excelencia, en su anterior servicio a la Iglesia Católica como nuncio de Su Santidad, ¿había asistido a un acontecimiento similar a este en otra nación?

-Sí, gracias a Dios, en mi servicio a la Iglesia en Angola pude ver la manifestación de una gran devoción a Nuestra Señora de Mamamuchima. Claro que una peregrinación como esta por todo el país de una imagen de Ntra. Sra. María de la Caridad del Cobre, en otro contexto y otras circunstancias, confirma cómo la devoción a la Virgen, es una devoción muy arraigada entre los cristianos católicos del mundo entero. Impresiona ver que en Cuba, a pesar de luego de muchos años de no haber esta tradición, surge una respuesta tan fuerte, una respuesta grupal del pueblo; claro está que es una experiencia única para mí.

-Excelencia, estamos en Guáimaro, que fue la cuna de la república en las Guerras de Independencia del siglo XIX ¿encuentra alguna motivación especial para asistir al recibimiento aquí de la Virgen Mambisa?

-Estar aquí, en Guáimaro, me confirma la percepción que tenemos como Iglesia de que María de la Caridad une a los cubanos. Y por tanto, aquí que nació la República, nació el sentido de independencia de esta nación, María puede ayudar para que los cubanos se sientan como una sola familia.

-Luego de un año en Cuba, ¿cuál es la impresión fundamental sobre el servicio que le ha pedido el Papa para la Iglesia que peregrina en nuestra patria?

La Iglesia está realizando un papel muy importante. Veo la disponibilidad de los obispos y sacerdotes para con el pueblo. Veo cómo interpretan las dificultades y exigencias de la realidad desde su labor pastoral. Y esta labor no tiene otro objetivo que ayudar, que ser testigos del amor de Dios para los fieles de este querido pueblo cubano.

Escrito de San Agustin

Queridos amigos de Virgen Mambisa:
Solo faltan 24 horas para recibir a la Virgencita en nuestra Arquidiócesis. Recemos todos juntos para que esta visita nos traiga bendiciones a nuestras familias, nuestros trabajos y todo nuestro pueblo. Amén.

                                   +Mons. Juan García



MATEO 5, 1-12

  • Bienaventurados los pobres de espíritu: imiten a aquel que, siendo rico, se hizo pobre por ustedes (2 Cor 8, 9).
  • Bienaventurados los mansos: imiten a aquel que dijo: Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29).
  • Bienaventurados los que lloran: imiten a quien lloró sobre Jerusalén (Lc 19, 41).
  • Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: imiten a aquel que dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado (Jn 4, 34).
  • Bienaventurados los misericordiosos: imiten al que socorrió al herido por los ladrones y que yacía en el camino medio muerto y sin esperanzas (Lc 10, 30-35).
  • Bienaventurados los limpios de corazón: imiten a aquel que no cometió pecado y en cuya boca no se halló engaño (1 Pe 2, 22).
  • Bienaventurados los pacíficos: imiten a aquel que dijo a favor de sus perseguidores: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34).
  • Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia (Mt 5, 5-10): imiten a aquel que padeció por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan sus huellas (1 Pe 2, 21). Quienes imitan estas virtudes, siguen en ellas al cordero.

(S. AGUSTIN, La santa Virginidad, 28, 28)


SANTA MARÍA DE LA CARIDAD QUE NOS VISITAS, ENSÉÑANOS A VIVIR LAS BIENAVENTURANZAS COMO TÚ.

Alocución de Mons. Juan García Rodríguez Con motivo de la visita de la Virgen Peregrina a la Arquidiócesis de Camagüey 27 de enero/2011


Gracias a todos los que hacen posible esta emisión radial.

La Biblia en el evangelio de Lucas, capítulo 1, versículo 39, nos dice:
Por aquellos días María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entonces entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel”. Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
Nosotros podemos decir: El domingo 30, la Virgen se pone en camino y llega a la ciudad de Guáimaro y a la provincia y arquidiócesis de Camagüey.

¿Quién nos visita? La misma Virgen María que visitó a su prima Isabel, la misma Virgen que llevaba en su seno al Hijo de Dios hecho hombre, la misma Virgen que ayudó a unos recién casados en dificultades, la misma Virgen que estaba al pie de la cruz donde moría su Hijo y Él nos la entregó por madre, la misma Virgen que vio a Su Hijo resucitado, la misma Virgen que rezó con los apóstoles rogando la venida del Espíritu Santo, la misma Virgen que fue llevada al cielo junto a Su Padre Dios. La misma Virgen que haciendo su papel de mamá de todos los cubanos se hizo presente en la bahía de Nipe a tres cubanos mediante una imagen que flotaba sobre una tabla que decía: “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
Un canto titulado “Letrillas de la Virgen” nos narra esta historia.

La Virgen nos visitará mediante una imagen llamada mambisa que se venera en la Iglesia de Santo Tomás, Santiago de Cuba.

Se ha dicho que los mambises orientales se llevaron por un tiempo esta imagen a la manigua, práctica que no era rara entre las tropas mambisas pues se hacían acompañar frecuentemente por imágenes de la Virgen de la Caridad.
*(canto: todos tus hijos a ti clamamos, Virgen Mambisa, que seamos hermanos)

¿Qué nos trae la Virgen? La caridad y el amor que ella vivió. La Biblia, en la primera carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 13, versículos 1 al 8 nos describe lo que nos regala la Virgen.

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que suena o platillo que retumba. Y aunque tuviera el don de hablar de parte de Dios y conociera todos los misterios y toda la ciencia; y aunque mi fe fuera tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente y bondadoso;
no tiene envidia ni orgullo ni arrogancia.
No es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso;
no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca pasará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

En muchas de nuestras casas hay un cuadro o estampa de la Virgen de la Caridad y si no la tienes, puedes pedirla en tu iglesia católica.

En estos días de la visita de la Virgen ¡qué bueno sería todos los de la casa encontrarnos frente a la estampa de la Virgen y leer el texto bíblico de la primera carta a los Corintios, capítulo 13, que acabamos de escuchar.

¡Qué hermoso sería comentarlo y expresar nuestra opinión sobre lo que es la Caridad y cómo vivirla en nuestro hogar!

Después vale la pena correr tras la Virgen que llega a nuestro pueblo y rogarle a Ella todos juntos la caridad y el amor para nuestra familia.

Entonces el amor de los esposos se hará más fuerte y nada ni nadie lo podrá romper; el amor del padre y de la madre indicará a los hijos cómo la disponibilidad y el sacrificio por los demás nos lleva a la felicidad verdadera; las embarazadas sentirán un mayor cariño, dedicación y entrega al fruto bendito de su vientre; las suegras y las nueras, los suegros y los yernos se tratarán como padres e hijos; los enfermos se sentirán más atendidos y queridos; los hermanos fajados volverán a la fraternidad.
*(canto: todos tus hijos a ti clamamos, Virgen Mambisa, que seamos hermanos)

Gocemos y disfrutemos estas maravillas que la Virgen viene a traernos. Todas estas bendiciones que pedimos para nuestra familia, las deseamos y rogamos para nuestros vecinos que comparten alegrías y penas con nosotros. Ellos son hijos de la Virgen y por tanto nuestros hermanos. La Virgen nos pide auxiliarlos, ayudarlos, acompañarlos. Al lado de ellos queremos estar cuando llegue la Virgen a nuestro pueblo. Ella nos dirá la Palabra de Dios que tantas veces meditó e hizo oración y que se encuentra en la Biblia, en la carta a los Romanos, capítulo 12, versículos 9 al 21.

Que el amor entre ustedes no sea hipócrita; aborrezcan lo malo y pónganse de parte de lo bueno. Apréciense unos a otros como hermanos y sean los primeros en estimarse unos a otros. No sean perezosos para el esfuerzo; manténganse fervientes en el espíritu y listos para el servicio del Señor. Vivan alegres por la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento y perseverantes en la oración. Compartan las necesidades de los creyentes; practiquen la hospitalidad. Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros y no sean engreídos, antes bien pónganse al nivel de los sencillos. Y no sean autosuficientes.

A nadie devuelvan mal por mal; procuren hacer el bien ante todos los hombres. Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos. No hagan justicia por sus propias manos, queridos míos, sino dejen que Dios castigue, pues dice la escritura: A mí me corresponde hacer justicia; yo daré su merecido a cada uno. Esto es lo que dice el Señor. Por tanto, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que enrojezca de vergüenza.

No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal a fuerza de bien.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Todo esto lo queremos y rogamos para todos los cubanos, hijos de la Virgen, hermanos nuestros, miembros de nuestra gran familia.
*(canto: todos tus hijos a ti clamamos, Virgen Mambisa, que seamos hermanos)

Cuando llegue la Virgen a Guáimaro, puerta oriental de nuestra arquidiócesis, el domingo 30 de enero, a las 10 de la mañana, tocaremos todas las campanas de nuestras iglesias como signo de unidad, comunión y alegría.

El viernes 18 de febrero, día en que llega a nuestra ciudad de Camagüey, a las 5:30 de la tarde, tocaremos todas las campanas a esa hora como bienvenida.

Cuando peregrine hacia Cunagua, provincia y diócesis de Ciego de Avila, desde Esmeralda el domingo 13 de marzo, tocaremos todas las campanas a las 8 de la mañana como acción de gracias por las innumerables bendiciones que nos dejará la Virgen.

Gracias, Virgencita, por visitarnos, acompañarnos, consolarnos, indicarnos el Camino, la Verdad y la Vida y unirnos en el amor a todos.

Y la bendición de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y sus familias y permanezca para siempre. Amén.
*(canto: todos tus hijos a ti clamamos, Virgen Mambisa, que seamos hermanos)





Alocución de Mons. Juan García Rodríguez
Con motivo de la visita de la Virgen Peregrina
a la Arquidiócesis de Camagüey
27 de enero/2011

15 de enero de 2011

La Virgen Peregrina visita al central Siboney

La Virgen Peregrina visita al central Siboney

Por: Gioberti Jiménez y Zoe Mayor


Siboney, Sibanicú. Camagüey: Febrero 5 (12.00m) La imagen peregrina de la virgen María de la Caridad retornó a las calles del poblado de Hatuey, para transitar de nuevo por el tramo de la carretera central que ocupa la ciudad de Sibanicú, y así continuar viaje hacia su nuevo periplo: el central Siboney, perteneciente a la arquidiócesis de Camagüey.

 

Durante el trayecto, las personas salían a todo correr de sus casas cuando sentían los cantos que se amplifican desde el auto que sigue a la "Madre amada", como rezaba en las pancartas que se divisaron durante la travesía. La procesión a pie se inició desde la entrada al poblado del ingenio, en la misma carretera central. Allí, los habitantes del batey La Norma caminaban detrás de la imagen que lucía su esplendor sobre el techo de la encargada de llevarla a cada rincón de la Isla. Se escucharon gritos de "Viva la Virgen de la Caridad", "Madre, te necesitamos en Siboney", y "Bienvenida, Madre amadísima". Los niños, jóvenes y adultos se unían en un abrazo de voces y aplausos para dar la bienvenida a la imagen hasta formar una gran muiltitud. Al pasar por el Hogar de Ancianos una breve parada para dar la bendición a los abuelos; Mons. Juan entró hasta las habitaciones y les entregó una estampita. En cada habitación, iluminaba la pared una imagen de Nuestra Señora.

 

Cerca de las diez de la mañana, la Madre de todos los cubanos llegaba a la plaza que se destacaba por sus ornamentos, justo delante de la puerta de entrada del central azucarero Siboney. En la llegada, se oyó la sirena del Siboney, como si él también diera la bienvenida a Cachita para el comienzo de la celebración, presidida, como las anteriores desde que llegara a la arquidiócesis principeña, por nuestro arzobispo, Mons. Juan García; junto a él, el padre Dariusz, sacerdote salesiano polaco que atiende la comunidad católica de Siboney, además del padre Cambra, quien despedía a la Virgen después de su salida de la comunidad de Hatuey.

 

Momento importante fue el que dirigió el padre "Darío", llamado así en nuestra diócesis, con emocionadas palabras, a los pobladores de Siboney sobre el sentido y la fuerza espiritual que encierra la visita de la Virgen. Al final, nuestro arzobispo impartió su bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Desde las diez de la mañana y durante casi cuatro horas de la tarde del sábado, la virgen peregrina permaneció en el central Siboney para obrar sus bendiciones a los niños, embarazadas, ancianos y a todo un pueblo que experimentó la caridad que une en el amor.