Jorge Gonzáles Rodríguez and Juan Carlos Armengol Manzo

9 de septiembre de 2011

Camagüey, Día de la Caridad 2011

 

Palabras de Monseñor Juan García, Arzobispo de Camagüey, en la procesión del 8 de septiembre, 2011.

Queridos hijos e hijas:

 

Lectura de Juan 2, 1-12.

 

A los novios y esposos de Caná de Galilea se les acabó la bebida, el vino, lo que aparentemente alegraba la fiesta. Pero no se les acabó la presencia salvadora de Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre, ni la presencia amorosa de la Virgen María de la Caridad. Al estar presentes Jesucristo y la Madre de todos, la Virgen, la alegría, el júbilo, el gozo se multiplicó y no se acabó nada que pudiera aguar la fiesta.

Virgen de la Caridad, danos el vino de tu presencia.

La vida es una fiesta que nace con el vino del amor de nuestros padres. La fiesta sigue en los meses del embarazo, llenos de muestras de cariño de los padres hacia la criatura que vive dentro de la madre y con la respuesta del hijo o hija dando pataditas anunciándoles a sus padres que está feliz de recibir estas muestras de cariño. Damos gracias a nuestra familia que no permitió el aborto y nos dejaron en la fiesta de la vida.

Virgen de la Caridad, danos el vino de la vida.

La fiesta continúa en la niñez en la que conocemos cómo nos quieren nuestros padres y abuelos, nos premian, nos regañan y nos enseñan la unión familiar, el bien, la honradez, la fe en Papá Dios y la Virgen de la Caridad. Esta fiesta es extraordinaria cuando papi y mami están juntos a nuestro lado aunque nos falten muchas cosas materiales.

Virgen de la Caridad, danos el vino de aprender.

La fiesta de la vida se extiende en la juventud al sentir la cercanía preocupada de la familia y la amistad sincera de los amigos en medio de los logros estudiantiles y artísticos y también en medio de los fracasos y derrotas.

Es propio de la fiesta de los jóvenes sentirse atraídos por la belleza del cuerpo, las virtudes y el alma limpia de personas del sexo opuesto. Esta alegría invade los corazones al conocer las grandezas del alma del enamorado o enamorada y cuando se hace presente el mutuo respeto, la fidelidad que no engaña ni miente todo lo cual conduce a un feliz matrimonio natural, fiel y fecundo.

Virgen de la Caridad, danos el vino de un noviazgo verdadero.

La fiesta de la vida se expande cuando un hombre y una mujer se unen en cuerpo y alma, se convierten en una sola persona, constituyen un bella familia fecunda, llena de hijos que multiplican la alegría desde el embarazo hasta su máximo crecimiento en edad, estatura y gracia ante Dios y la sociedad.

Virgen de la Caridad, danos el vino de felices matrimonios.

La fiesta de la vida crece cuando, ya mayores, sentimos el afecto, la atención y la delicadeza de toda la familia y esto nos produce tal gozo que se nos olvidan los dolores del cuerpo y de la enfermedad porque es tanto el amor que recibimos de los hijos, nietos, biznietos, tataranietos, choznos y sobrinos que no hay tiempo para quejarse.

Virgen de la Caridad, danos el vino de una vejez feliz.

La fiesta llegará a su plenitud cuando, al final de nuestra vida terrena, nos encontremos con Dios y, perdonados nuestros pecados, le presentemos nuestras buenas obras en favor de la familia, sociedad e iglesia y nos quedemos con nuestro Papá Dios para siempre.

Virgen de la Caridad, danos el vino de la vida eterna.

En las diferentes etapas de la vida nos ha acompañado la Virgen María de la Caridad. Hace 400 años Ella acompaña a los cubanos desde su hallazgo en la Bahía de Nipe. El pasado 18 de febrero estaba aquí con nosotros en esta misma plaza mediante su imagen peregrina y mambisa. Le prometemos guardar en la memoria de la mente y el corazón todo lo que nos dijo y pidió. Le haremos una carta contándole lo que sentimos y vivimos con su cercanía y como hijos le escribiremos todo lo que deseemos. Llevaremos esta carta personalmente y la dejaremos a los pies de Ella en su casa de El Cobre el próximo año al celebrar la fiesta de sus 400 años de presencia entre nosotros.

Contemplamos a la Virgen, pedimos perdón por no escuchar a Jesús, Su Hijo, le rogamos, le prometemos, le damos gracias.

Y todos juntos rezamos la oración del Ave María.

 

8 de septiembre de 2011

Alocución por el día de La Caridad

 

Lucas 11, 27-28

Gracias a todos los que hacen posible esta emisión radial. En el nombre de El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. Amén.

La Palabra de Dios, que está en la Biblia nos habla a los hijos de la Virgen María de la Caridad. Leemos un pequeño fragmento tomado del evangelio de San Lucas capítulo 11, versículos 27 y 28.

(lectura)

La Palabra de Dios nos enseña los 10 mandamientos los cuales son una guía para la vida recta, honesta de personas de buena voluntad y los cristianos.

-          El primer mandamiento de la ley de Dios nos dice: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

Dios nos regaló la vida, la familia, la naturaleza. Nos ama y en Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre, crucificado por nuestras maldades y resucitado, su amor ha llegado al extremo. Amor con amor se paga. Y obras son amores y no buenas razones. Te prometemos, Dios nuestro, poner en práctica tu Biblia, tu catecismo, tus mandamientos, la buena conciencia que has puesto dentro de nuestra persona.

-          El segundo mandamiento de la ley de Dios nos dice: No jurarás por Dios en falso.

Después Jesucristo ha dicho “Sea tu palabra sí, sea tu palabra no. Para afirmar nuestra verdad no es necesario jurar por nadie. Basta con mi palabra. Este mandamiento nos pide no insultar el nombre de Dios, aunque a Él no le pasa nada porque yo le insulte. Es como si le entrara a patadas a un árbol. Al árbol no le pasa nada; a mi pie sí. Si yo insulto a Dios a Él no le pasa nada; a mí sí que me lleno de rabietas y me vuelvo una bestia.

Nuestra oración debe ser: Te alabo Dios mío por la naturaleza, la familia, la gente buena que me rodea. Cuando el esposo vea a la esposa y viceversa; cuando los padres vean a los hijos y viceversa podemos exclamar: Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por siglos de los siglos. Amén.

-          El tercer mandamiento nos dice: Santificarás el día del Señor.

Aunque en el Antiguo Testamento el día del Señor se celebraba el sábado, el séptimo día, después de la resurrección de Cristo, el primer día de la semana y ocurriendo la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el primer día de la semana los católicos celebramos el día del Señor el domingo, el primer día de la semana. El domingo descansamos de las labores, nos reunimos en familia y vamos bien vestidos al templo o a la casa misión para alabar a nuestro Dios, darle gracias, rogarle y celebrar la misa.

-          El cuarto mandamiento nos dice: Honrarás padre y madre.

Tanto nos han regalado nuestros padres que natural y espontáneamente nos surge acariciarlos, protegerlos, acompañarlos sobre todo cuando son viejitos. Cuentan que hijo hizo un plato de madera para su papá mayor porque rompía muchos platos. Este hijo al regresar un día de su trabajo se encontró a su niño pequeño sacando lascas de madera a un tronco de un árbol caído en el patio de la casa. El papá joven preguntó a su niño pequeño ¿qué haces? El niño respondió: Estoy preparándote a ti un plato de madera para cuando seas viejo. Lo que hagas a tus padres mayores bueno o malo, lo harán tus hijos contigo.

Gracias, Dios Padre, por mi padre y mi madre. Gracias por darme la vida a través de ellos y por las muchas cosas buenas que me enseñaron. Que nunca les falte mi amor mientras vivan y mi oración cuando mueran.

-          El quinto mandamiento nos dice: No matarás.

Nadie puede matar a nadie porque Dios es el sueño de la vida y a Él le corresponde alargarla o llevarnos junto a Él después de nuestra muerte. Nadie se puede quitar la vida por mal que le vaya. Si una persona se desespera ante las dificultades que pida auxilio. Alguien siempre vendrá y nos ayudará a salir del mal momento.

Tampoco podemos matar la vida que late en el seno materno mediante el aborto. Algunas personas dicen que lo que está dentro de la madre embarazada es un coagulito. Preguntemos a estas personas: si tu mamá se hubiera hecho el aborto de ti ¿qué hubiera pasado? ¿Es un coagulito o una vida la que está dentro de la madre? Gracias mami por no haberte hecho el aborto de mí.

-          El sexto mandamiento nos dice: No cometerás actos impuros.

Este mandamiento se refiere al sexo. El sexo es tan maravilloso que del amor de un hombre y una mujer surge la vida. Cuando las personas se sirven del sexo sin amor y de manera desenfrenada pueden enfermarse y padecer dolencias incurables y pueden morir tempranamente. Dios hizo al hombre y a la mujer y quiere que se amen en el matrimonio para siempre. Dios mío, concédenos que nuestros hijos vivan un feliz matrimonio, natural, fiel y fecundo.

-          El séptimo mandamiento nos dice: no robarás.

Las personas muy ancianas tienen un alto concepto de la honradez y lo peor que podían sufrir es que en su familia hubiera ladrones. ¡Qué maravilla es encontrarse personas, familias y pueblos honrados! ¡Qué dormir tan tranquilo! Señor Dios nuestro, ayúdanos a educar hijos honrados dispuestos a compartir lo que tienen con la familia y los amigos.

-          El octavo mandamiento nos dice: No levantarás falso testimonio ni mentirás.

Toda persona está llamada a la sinceridad y a la veracidad en el hacer y en el hablar. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y unirse a Ella. Jesucristo ha dicho yo soy la verdad. Quien vive en el Espíritu de la verdad, rechaza el doblez, la simulación, la hipocresía, el falso testimonio, el chisme, la calumnia.

Quien dice una mentira, después para apoyarla ha de decir 9 mentiras. Si digo 10 mentiras todo el mundo sabe quién soy yo.

-          El noveno mandamiento nos manda respetar a las personas casadas.

¡Qué alegría da ver a los esposos cogidos de la mano, caminando juntos! ¡Qué satisfacción que el esposo y la esposa duerman juntos todas las noches!

A ningún esposo le gustaría que su esposa le fuera infiel y tuviera varios maridos y a ninguna esposa le gusta que su esposo le sea infiel y tenga varias mujeres.

Si viviéramos como Dios nos hizo: un esposo y una esposa juntos toda la vida ¡qué felicidad familiar!

-          El décimo mandamiento nos dice: No codiciarás los bienes ajenos.

Si alguien tiene más que yo, me alegraré. ¿Qué felicidad saber que hay alguien que vive mejor que yo? Trataré de obtener todas esas cosas con mi esfuerzo propio. Recordemos el pensamiento de San Agustín: El que huye de Dios, todo huye de él.

 

Señor Jesucristo, en ti confió. Ayúdame a crecer como persona, amigo, hermano. Estos son los bienes fundamentales, los bienes materiales son necesarios, los espirituales fundamentales e imprescindibles.

La Virgen María fue muy dichosa porque llevó en su seno al Hijo de Dios y lo amamantó pero según el mismo Cristo fue más feliz por haber puesto en práctica la Palabra de Dios y los 10 mandamientos.

En las procesiones que hay el día 7 y 8 queremos pedirle a la Virgen María de la Caridad vivir como ella los diez mandamientos. ¡Qué felicidad personal! ¡Qué felicidad familiar! ¡Qué felicidad la de nuestro pueblo! Sí,  es posible esta felicidad para ello nos creó Dios. Pidámoslo a la Virgen en las procesiones junto a toda nuestra familia, amigos y vecinos.

Escribamos una carta a la Virgen contándole la felicidad que nos da vivir la Palabra de Dios y los 10 mandamientos como Ella y pidiéndole que nos ayude a enseñar a nuestros hijos y nietos a vivir los 10 mandamientos. Y esta carta la entregaremos en El Cobre cuando vayamos a visitarla en el año 2012, año jubilar, año de fiesta, año de acción de gracias por su hallazgo y presencia durante estos 400 años.

 

                                                                                                +Juan García Rodríguez, Arzobispo de Camagüey

                                                                   Alocución por el día de La Caridad

                                                                   7 de septiembre de 2011