(Palabras de unos abuelos al final de la Eucaristía por los 15 años de su nieta)
Querida Claudia:
Nadie es tan pobre que no pueda hacer un regalo, ni tan rico que no lo necesite. Hay regalos que no están a la venta en tiendas, porque son muy valiosos, tampoco se pueden envolver. De estos regalos te traemos.
El primero es nuestro amor, contigo nos estrenamos de abuelos y conocimos este amor hermoso que Dios ha reservado sólo para nosotros. Nos sentimos muy satisfechos de hacer estado cada día allí para ti, cuando nos has necesitado, cuando has querido hablar o escuchar y cuando has tenido que escuchar lo que no querías oír, porque esto también va incluido en el amor. Tu abuelo y yo estaremos siempre contigo aun cuando ya no estemos.
El otro regalo ya te lo hemos dado y no sabemos si te has dado cuenta, son las tardes de sábados por 10 años y las mañanas de domingo casi 15 años. Damos gracias a Dios que nos inspiró este buen regalo, por eso estamos hoy aquí celebrando esta Eucaristía.
El último regalo sí se puede envolver, pero es de uso y viejo, tiene 100 años, perteneció a tu tatarabuela, es un anillo que le entregó su padre el día de su boda para que al verlo en su mano recordara, en su nueva vida, las enseñanzas del hogar. Yo cambio la idea de aquel lejano bisabuelo mío. Te regalamos hoy el anillo para que recuerdes esta Eucaristía, para que recuerdes que el Camino de Cristo es difícil pero solo allí encontrarás la felicidad, la oración diaria y perseverante te dará fuerzas y nunca te perderás.
Que María de la Luz nuestra Madre ilumine siempre tu vida.
Tus abuelos que te aman y bendicen.
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