Jorge Gonzáles Rodríguez and Juan Carlos Armengol Manzo

7 de febrero de 2011

Crónica



Rodilla en tierra por Cachita

Por: Osvaldo Gallardo González

Voy en camino a Cuatro Caminos de Najasa, parece un trabalenguas. Acompaño al coro diocesano, solo 10 voces del coro, y William, chofer de la “guagüita” del Arzobispado, nos convida a hacer una parada, solamente un minuto, para ver llegar a la Virgen Peregrina a Bidot, pequeño pueblo a la vera del camino. Llegamos a las 2 y 20 de la tarde, hay sol y algunas nubes; y Tato, laico misionero en esta comunidad, arenga los ánimos para disponerlos a recibir a la Madre de todos.

Hay muchas personas, un joven entona la conocida “Mi veneración”, anuncian que viene la Virgen. Llega primero el “caballito” (policía montado) que la acompaña, y luego el carro de la viajera. Entran hasta 100 metros después de la carretera, pienso: “Caramba, debieron detenerse aquí, al inicio, y sacarla del carro”. Vemos que el carro se detiene, se mueve como acomodándose. William ordena montar. No hemos visto a Cachita.

Dos de las coristas, un poco indisciplinadas, llegan tarde y cuentan que no había una mesa dispuesta que pudiera soportar el peso de la urna. Seguimos viaje.

Más tarde, terminada la hermosa celebración en Cuatro Caminos, me encuentro con Padilla y Miguelito, nos sentamos en la mesa de la casa familiar que hemos invadido, para copiar los archivos de información, y ponernos de acuerdo en cómo mejorar el envío de los reportajes y las fotos.

Llega el arzobispo, a quien veo contento desde el inicio de este viaje, y atento a cada detalle me dice: “¿Quién va a escribir sobre Bidot?, no teníamos un corresponsal allí”. No lo pienso mucho, le respondo: “Si me dice cuál es la noticia en Bidot, yo puedo hacerlo; pasé por allí, vi el ambiente y las personas que eran muchas para un sitio tan pequeño.”

Con brillo en los ojos, me confiesa: “La noticia es que el cura esperaba menos de un centenar y habían más de 300 personas. Fíjate, y es bueno que lo escribas así, que no pudimos sacar la imagen del carro porque no había una mesa adecuada que la soportara; tampoco podíamos subirla al techo porque había demasiado sol, y tuvimos que dejarla dentro y abrir la puerta para que pudieran verla y rezar. Las personas, al menos más de cien de ellas, en un momento de la celebración, echaron pie en tierra para venerar a la Virgen. Se arrodillaron allí mismo, en el polvo y las piedras; imagínate que habían varios hombres también de rodillas. Estuvimos una hora y media al sol, esa es la noticia.”

Con razón, a pesar del cansancio, al pastor se le ve tan contento en estos días.

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