Jorge Gonzáles Rodríguez and Juan Carlos Armengol Manzo

11 de febrero de 2011

En Vertientes

DEL CIELO HA BAJADO LA MADRE DE DIOS

 

Por: Amparo Pérez Valdés

Vertientes, Camagüey: Febrero 11 (3.00 p.m.)

 

Con los primeros rayos del alba se despierta la Virgen, su bella imagen en el municipio de Vertientes recibe el ¡buenos días! de sus hijos, a las siete de la mañana un buen número de personas acuden al templo para rezar el Rosario de la Aurora.

A las ocho y treinta de la mañana, comienzan las confesiones de muchas personas que desean pedir perdón, y tener sus almas limpias para recibir dignamente el regalo de la Gracia de Dios con la estancia de la venerable Madre del Señor y ganar la indulgencia.

¡Qué impresionante! A media mañana acuden cientos de enfermos, acompañados de sus familiares y visitadores, implorando en los brazos de la Virgen por su intercesión, su compañía y su salud. Algunos vienen en sillas de ruedas, otros con bastones y muletas.

El P. Joaquín, sm, leyó la palabra de Dios y dio la bendición a los enfermos, "los más pobres entre los pobres", al decir de la Madre Teresa de Calcuta. El padre habló sobre la salud no solo del cuerpo, sino, también del alma, de la paz interior y alegría por la que también debemos de pedir.

En esta mañana, una original iniciativa de los padres marianistas ha sido la colocación de una cinta que nace en la base de la Virgen, y termina en un corazón que porta una medalla de la Patrona; sostenida por niños de primera comunión y que es besada por las personas que se acercan a ella en señal de veneración. Así se sienten como hijos más cerca de la Madre.

Terminada la celebración, la muchedumbre fue saliendo para dar paso a otra gran oleada humana que venía a presentar sus penas y alegrías, mirando fijamente los ojos de la bendita imagen y con sus corazones abiertos

A las once de la mañana, alrededor de 50 embarazadas recibieron la bendición de Mons. Juan, junto a los niños de hasta cinco años, acompañados de sus familiares.

Durante toda la mañana, el templo fue visitado por cientos de personas que acudían a orar y contemplar a la bendita imagen que, con inefable ternura reflejada en su rostro moreno, parecía decirles "acérquense a mí, quiero bendecirlos a todos".

Poco más de las dos de la tarde, se acercaron las familias de los presos para recibir la bendición. Es gratificante ver cómo muchas de aquellas personas que ni siquiera conocen la vida de María y que solo han escuchado en algún momento hablar del Santuario del Cobre vienen para poner a los pies de la Virgen sus plegarias y penas por el hijo, el esposo o el hermano; tal vez hasta por un amigo y pedir que la Luz que ella lleva en sus brazos ilumine las tinieblas en que están sumidos sus seres queridos.

 

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