Por: María Elena García
A las cuatro de la tarde,
A partir de entonces: cantos, oraciones, textos bíblicos se escucharon por el audio muy adecuado para el lugar. El P. Iván invitó a todas las esposas a que dijeran a sus esposos: "Pipo, acompáñame a rezar juntos, porque sola no puedo ir ni regresar y tu amor no puede permitir eso."
A las ocho de la noche, comenzamos la velada de oración. La noche fue tan larga que amaneció. Muchas bendiciones, muchas oraciones, muchos cantos, muchos testimonios.
Virgen Leiva de los Reyes, integrante de esta comunidad, recitó esta poesía:
Como una madre amorosa
te acogieron los cubanos,
todos alzaron las manos
Virgen de
Pidiéndote, Madre, amparo
por toda la eternidad.
Te ruego, Madre querida,
por los niños, los ancianos,
los padres, los hermanos,
y las madres de este mundo
que con cariño profundo
te piden la caridad.
Y con tu velo de humildad
mira al pobre, al desvalido,
aquel que hoy no ha podido
estar en tu trono santo.
Por ello ruego a María
que no les falte la gracia
de tu infinita bondad,
cúbrelos de bendiciones
Virgen de
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