Santa Marta, 8 de febrero de 2011, 2:30 pm
Por: Miguel K. Martínez Companioni
Un torrencial aguacero rompió con la tranquilidad de la tarde de este pequeño poblado al suroeste de la diócesis, donde se dieron cita cerca de quinientas personas.
Todo comenzó con una procesión de ochocientos metros donde las personas que se encontraban a la orilla del camino, esperando a la Madre, se fueron sumando. A la llegada al parque de la localidad en cuyo centro se encuentra el templo, la Virgen fue tomada en andas entre dos hileras de personas, que a ambos lados, entre gritos de alabanzas y aplausos aclamaban por la Virgencita. Ya en el lugar, cuando la imagen fue colocada en la base, y todo estaba preparado para la gran celebración, comenzaron a caer gotas de agua, que poco a poco se fueron intensificando hasta convertirse en un gran aguacero. Este pueblo había pedido tanto por el agua, que María quiso concederle a sus hijos su deseo, y ellos agradecidos por tal bendición se quedaron junto a ella bajo el agua, empapándose con esta agua bendecida. De momento se creó un gran revuelo, donde se decidió que todos los niños para que no se mojaran, pasaran al interior del templo, mientras los mayores permanecieron afuera. 
A partir de ese momento comenzó una batalla sonora entre lo que decía el Padre Iván a las personas de afuera y lo que se hablaba para los niños en el interior del templo. Los niños animados por Mons. Juan García, fueron aprendiendo acerca de la vida de María como Madre de nuestro Señor Jesús, a la vez que se entonaban cantos de alabanza a la Madre del cielo. Después de pasado un tiempo y en el mismo momento, el Padre bautizaba a treinta niños dentro del Templo; Mons. Juan impartía la Bendición a diez embarazadas en un cuarto del fondo; y las personas de afuera seguían allí junto a María a pesar de que el agua seguía cayendo. El camino del parque al templo estuvo todo el tiempo adornado con tallos cortados de matas de plátanos con flores y arecas en el centro, tradición católica guantanamera.
A partir de ese momento comenzó una batalla sonora entre lo que decía el Padre Iván a las personas de afuera y lo que se hablaba para los niños en el interior del templo. Los niños animados por Mons. Juan García, fueron aprendiendo acerca de la vida de María como Madre de nuestro Señor Jesús, a la vez que se entonaban cantos de alabanza a la Madre del cielo. Después de pasado un tiempo y en el mismo momento, el Padre bautizaba a treinta niños dentro del Templo; Mons. Juan impartía la Bendición a diez embarazadas en un cuarto del fondo; y las personas de afuera seguían allí junto a María a pesar de que el agua seguía cayendo. El camino del parque al templo estuvo todo el tiempo adornado con tallos cortados de matas de plátanos con flores y arecas en el centro, tradición católica guantanamera. 
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